Son más de 10 años los que venimos reflexionando, investigando, experimentando, escribiendo y debatiendo sobre el concepto de Entorno Personal de Aprendizaje. Mi querida amiga Linda Castañeda me ‘regaña’ cuando explico que el concepto de PLE surge como respuesta a una necesidad tecnológica: la evolución de los tradicionales Learning Management Systems, o LMS, como Moodle a soluciones más personalizables por el usuario-aprendiz, si bien pronto la gente de pedagogÃa amplió el concepto, y hoy es una idea con más pedagogÃa que tecnologÃa.
Y tiene razón en hacerlo, ya que la realidad es que conviven las dos corrientes de pensamiento, la de los que siguen viendo los PLE como una cuestión de software educativo y la de aquellos que entienden los PLE desde una perspectiva pedagógica.
Pero esa historia asà contada retrata bien la forma en la que aún muchas personas ven el concepto de PLE, fundamentalmente como cacharrerÃa, eso sÃ, al servicio del aprendizaje, y me ayuda a invitarles a pensar en los PLE como una forma de entender los aprendizajes en contextos virtuales.
En cualquier caso, como digo, son más de 10 años en torno a este concepto y al de Red Personal de Aprendizaje (PLN), dos ideas Ãntimamente ligadas, si bien esta última centra la atención en las relaciones que establecemos para seguir informándonos, para compartir nuestras ideas y artefactos, o simplemente para conversar, actividades todas fundamentales en el proceso de aprendizaje.
El descubrimiento allá por 2011 de la iniciativa del IPTS para desarrollar un marco de competencia digital para ciudadanÃa a nivel europeo, el ya clásico DIGCOMP, me abrió un nuevo horizonte para dar sentido a todo aquello que, dentro del concepto de PLE, tenÃa que ver con la competencia digital. El análisis del modelo final de este marco frente a la definición de PLE, también clásica, que Adell y Castañeda publicaban en 2010, nos permiten establecer una relación biunÃvoca entre las tres áreas fundamentales de la competencia digital (DIGCOMP) y las tres partes que componen un PLE.
Sin embargo, muchos no nos hemos podido resistir a aproximarnos al concepto de PLE desde la perspectiva de las organizaciones. Podemos destacar varias iniciativas en este sentido:
Junto a estas iniciativas, más centradas en desarrollos y soluciones tecnológicas, encontramos otras lÃneas de reflexión, centradas en los procesos de aprendizaje y en la forma en que las organizaciones, y quienes las integran, gestionan sus aprendizajes. Es el caso de Serge Ravet y Graham Attwell, que ya en 2007 hicieron un esfuerzo por definir entornos de aprendizaje ‘institucionales’, partiendo de la idea de que las organizaciones también aprenden a través de la reflexión sobre propia práctica, de la investigación colaborativa y de sus redes de conocimiento. Para ello proponÃan el acrónimo POLE, refiriéndose a los Entornos Personales e Institucionales de Aprendizaje como ecosistemas que permiten o facilitan la interacción entre las actividades de aprendizaje informal de los miembros de la organización, gestionadas a través de sus propios PLEs, y los procesos de gestión del conocimiento de la propia organización.
También Ismael Peña-López apostaba en 2010 por esta lÃnea de trabajo si bien usaba el acrónimo HIPLE para referirse a los Entornos HÃbridos de Aprendizaje Personal-Institucional.
Todas estas ideas e iniciativas en torno a los PLE, desde esa perspectiva institucional, nos permiten expandir el horizonte de reflexión e investigación sobre este concepto. En primer lugar colocan sobre la mesa la excitante idea de las organizaciones educativas, y en general cualquier organización, como organizaciones que aprenden. Podemos hablar por tanto de Entorno Organizativo de Aprendizaje (OLE serÃa el acrónimo de Organizational Learning Environment), al que se refiere Linda Castañeda como el conjunto de fuentes de información, herramientas, actividades, mecanismos cognitivos y redes de personas que usa una organización de forma asidua para aprender. El Canvas de Conecta13 puede ser una buena herramienta para pensar y construir el OLE de nuestro centro u organización educativa.
Este concepto no deja de ser una extensión del concepto de Entorno Personal de Aprendizaje, al que habrÃa que añadir la visión compartida que los miembros de la organización tiene sobre cómo los elementos del OLE se relacionan entre sà para alcanzar unos objetivos comunes. Es decir, el OLE de una organización es algo más que la reunión de los PLE de sus miembros, podrÃamos decir que es la visión compartida que estos tienen de cómo aprende su organización.
Si el IPTS nos ofrecÃa un marco perfecto para avanzar sobre el concepto de PLE, desde la perspectiva de la competencia digital, no puede ser menos idóneo la propuesta que también IPTS nos ofrece en Organizaciones Educativas Digitalmente Competentes, un documento traducido al castellano por INTEF.
Organizaciones que aprenden, organizaciones digitalmente competentes y entornos organizativos de aprendizaje, una combinación perfecta para repensar nuestros centros educativos, tanto en clave de cómo sacar el máximo partido a la tecnologÃa (en la gestión, la enseñanza y el aprendizaje, y la comunicación) como de diseñar espacios de aprendizaje adaptados al s. XXI.
Interesante reto, ¿verdad?