La Colonia Piraí es el lugar donde nací, por casualidades de la vida, ya que mis padres
fueron unos años a trabajar como educadores allá... Supongo que este hecho y
pasar el primer año de vida en un lugar como este, me ha marcado para siempre. Así que, gracias a ellos, tengo un estrecho vínculo con
Bolivia y la Colonia Piraí concretamente.
Para mí es un lugar muy especial y poder volver cada vez,
aún más. Ha evolucionado y cambiado mucho, hasta el punto de convertirse en una institución autosuficiente. Este es una
breve crónica de 30 años de historia de un proyecto educativo, que se inició
como utopía de un grupo de educadores, y que ha conseguido ser auto-suficente y
seguir ayudando a los jóvenes más necesitados del país, en una capacitación técnica
agropecuaria de alta calidad.
Colonia Piraí, éxito de una organización
sostenible.
La historia de esta
institución se remonta al año 1973, cuando tres jesuitas (Miguel Parrilla, y
los hermanos Rafael y Álvaro Puente) deciden crear un centro de acogida para
niños de la calle en Santa Cruz, Bolivia, basado en las teorías pedagógicas de
Makarenko y la Colonia Gorki.
Comenzaron a una finca,
en el kilómetro 12,5 de la antigua carretera a Cochabamba, que no tenía ni luz
eléctrica ni agua potable ni la infraestructura necesaria. Fue unos de los primeros albergues para niños y niñas
de la calle de Santa Cruz de la Sierra y hoy se ha convertido en una escuela
superior agropecuaria para jóvenes de comunidades rurales agrícolas y pueblos
originarios con pocos recursos, y que es económicamente auto-sostenible, sin
depender ya de ayudas externas.
La
institución ha ido evolucionando mucho en los últimos 37 años, hasta el punto
que actualmente, se plantea ser una universidad técnica agropecuaria para
indígenas y agricultores. Puede parecer pretensiones pero la institución
dispone de la infraestructura, los recursos técnicos necesarios y sobre todo el
aval de la calidad de los cientos de jóvenes que cada año se titulan en sus
aulas.
Comenzaron acogiendo a dos niños y después se sumaron
muchos más, hasta el punto que el proyecto fue creciendo y tuvieron que pedir
ayuda económica exterior para mantenerlo.
Los niños y niñas vivían
en la Colonia, con diferentes educadores, y a medida que estos niños y niñas
fueron creciendo, se fueron creando las instancias educativas para darles
apoyo, una escuela básica y posteriormente el instituto Apiaguaiqui, para la capacitación en agropecuaria y metal mecánica. Con el
tiempo, se crea la escuela superior agropecuaria, destinada a la formación y
capacitación como técnicos medios y superiores de los jóvenes provenientes de
comunidades rurales del departamento y de grupos indígenas.
Durante todos estos
años, han escolarizado y titulado jóvenes con pocos recursos, los cuales no
pagaban nada durante los tres años de estancia en la Colonia, con la intención
de que éstos pudieran retornar a sus lugares de origen y ayudar a mejorar las condiciones de vida y
productivas de sus comunidades.
Los jóvenes dedicaban unas horas al día a los conocimientos teóricos, y otras a
la práctica, cuidado y mantenimiento de las explotaciones agrícolas y ganaderas
(vacas, aves, porcino, huerta, fruta, cereales...), sin descuidar la formación
social y humana.
A partir del año 2002,
se va un paso más allá y se intenta desarrollar un modelo auto-sostenible para
todo el proyecto... si hasta ahora se vendía la leche, los huevos y los
productos de la huerta a pequeña escala, se pretende buscar un punto de
profesionalización que permita sacar un mayor beneficio. Para poder vender leche en condiciones, esta debe
extraerse con los procedimientos mecánicos y sanitarios que establece la ley,
pero la maquinaria sólo es rentable si se tiene un mínimo de vacas... así que
hay que encontrar este equilibrio, con el objetivo final de que el proyecto
permita unos beneficios suficientes como para mantener la estancia y
escolarización de prácticamente un centenar de jóvenes que año tras año van
ingresando en la escuela (y que no pagan nada).
Para hacerlo posible, se ampliaron las
unidades productivas, pasando a más de 75.000 gallinas ponedoras, una granja
porcina, la lechería, una planta de elaboración de forrajes y alimento para los
animales y recientemente, la creación de una fábrica de embutidos propia que
está abasteciendo a supermercados de diferentes ciudades del país. Por lo tanto,
la razón de ser de estas unidades productivas es los ingresos que generan,
permitiendo mantener un proyecto sostenible, que requiere una media de 120.000
dólares americanos anuales para garantizar la escolarización y estancia de los
alumnos.
Por otra parte, para
mantener vivo el objetivo de formar a los jóvenes en su tarea diaria en la
comunidad, la institución cuenta con dos terrenos agrícolas, a 100 kilómetros
de la Santa Cruz, donde los jóvenes se desplazan por temporadas para trabajar
en las condiciones similares a las de su comunidad (menos recursos técnicos,
etc.).
Concretamente, en Mora,
funciona la granja integral Nëmboerenda ("casa de la sabiduría", en
guaraní), donde tienen la oportunidad de conocer experiencias agroecológicas en
sistemas de producción semi-intensivos (a más pequeña escala), gestión forestal
y producción de cereal con regadío... ya que son
situaciones similares a las que se encontrarán cuando vuelvan a su comunidad. Por otra parte, en Cuatro Cañas, hay un centro de
producción de grano para la alimentación de animales de granja, desde un punto
de vista de producción ecológica y sostenible y partiendo de las semillas
autóctonas.
La fábrica de embutidos ha sido uno de los procesos clave, ya que
actualmente se comercializan más de 48 productos y han tenido muy buena
aceptación entre la población. En los años 80 se
comenzó con la cría de cerdos de forma artesanal, y en los 90 se empezaron a
elaborar algunos derivados. Recientemente, con nuevas inversiones y la
modernización de las instalaciones, ya se cuenta con un laboratorio
microbiológico y control de calidad. Se ha pasado de 19 a 29 toneladas
de productos al mes y se amplía la cobertura de distribución. Pretenden abrir un punto de venta y distribución
directa de embutidos, carnes, lácteos y otros productos en el centro de la
ciudad de Santa Cruz, así como la contratación de 10 nuevos trabajadores.
Modelo pedagógico
Misión:
La ESA-CP considera que su misión es
contribuir, en la capacitación técnica y formación humana de jóvenes campesinos
e indígenas de escasos recursos económicos y de ambos generoso, a una creciente
autonomía productiva de sus comunidades, dentro de un enfoque pedagógico que asocia el saber universal con los
saberes locales, trabajando con tecnología apropiada, y haciendo énfasis en la
participación equitativa, la capacidad organizativa y la solidaridad.
Objetivos generales:
Capacitar en agropecuaria a jóvenes campesinos y/o indígenas a través de una
formación realista acorde con las limitaciones y condiciones que el entorno les
exige superar y aprovechar en sus comunidades.
Generar la toma de conciencia social en las/los estudiantes, dirigida a
encaminar sus proyectos de vida personal y familiar hacia la auto-gestión
productiva y sostenible de sus comunidades.
Los jóvenes que se matriculan para su
capacitación técnica (entre dos años y medio y 4), cuentan con alojamiento,
alimentación y material de prácticas gratis. Paralelamente pueden terminar sus
estudios escolares y bachillerato en humanidades, ya que tienen un Centro de
Educación Alternativo, que funciona por las tardes y que ofrece formación sobre
temas sociales, de género, violencia, drogadicción, etc.
Desde el principio, el
lema "aprender haciendo"
marca todos los programas educativos. Se parte
de sus propios conocimientos, pues la mayoría provienen de familias que
tradicionalmente se dedican a la agricultura y ganadería y ya tienen
experiencia.
Los alumnos
participan en las unidades productivas no como trabajadores fijos, sino en
forma de prácticas, para aprender los conocimientos necesarios y el uso de las
diferentes herramientas y tecnologías para después poderlos aplicar.
Uno de los objetivos
finales es que todo el esfuerzo y aprendizaje se traduzca después en el
desarrollo de sus propias comunidades y no en formar a trabajadores para
empresas de la ciudad. Y es que una de las "problemáticas" asociadas
a la buena formación ofertada es que las empresas de Santa Cruz buscan
trabajadores formados en la Colonia Piraí, incluso como requisito que aparece
en los anuncios de los periódicos. De esta manera se agrava el problema del abandono
de las comunidades rurales para pasar a vivir en malas condiciones en las
ciudades ...
Sin
embargo, algunos de los jóvenes titulados han llegado a ser dirigentes de sus
comunidades de origen, devolviendo toda la inversión que se ha hecho en ellos,
en el desarrollo de toda su comunidad.
También se
pretende dar igualdad de oportunidades a chicos y chicas pero de momento,
siempre son muchos más los chicos que las chicas que ingresan. Se hace trabajo comunitario para explicar a las
familias la importancia y oportunidad de que las hijas también puedan acceder a
esta formación y capacitación e intentar llegar al 50% de chicos y 50% de
chicas.
La alimentación
para los estudiantes se basa en productos que ellos mismos cultivan, y se
compra sólo fuera lo necesario. Son los propios
estudiantes quienes se encargan de las tareas dentro de la Colonia, como la
limpieza, el comedor... con unos reglamentos, derechos y deberes. Y es
sorprendente ver el buen comportamiento y silencio que hay en el comedor,
cuando a las 12:30, después de que suene la alarma, más de 100 jóvenes comen
tranquilamente.
Esta es la trayectoria, hasta ahora, de un proyecto que empezó como el sueño de un grupo de amigos y que ha conseguido un equilibrio entre el crecimiento escalonado y la auto-suficiencia. Un gran honor haber nacido aquí y formar parte de este proyecto.
Fuentes y Referencias